¿Cuándo fue la última vez que le agradeciste a Dios por algo pequeño, algo como una buena noche de sueño, un momento tranquilo en un día caótico, o la simple belleza de un amanecer o una noche estrellada? Si somos honestos con nosotros mismos, estas expresiones de gratitud suelen ser escasas y poco frecuentes. Es fácil pasar por alto estas bendiciones cotidianas y darles por hecho. Sin embargo, todos estos momentos son valiosos, y tomarse el tiempo para apreciarlos puede tener un profundo impacto en nuestras vidas.
La gratitud es una cosa poderosa, sin embargo, muchos de nosotros subestimamos cuánto puede moldear nuestra relación con la gratitud nuestras vidas. La Universidad de Miami realizó una vez un estudio que demuestra esto de manera efectiva. En este estudio, los participantes se dividieron en tres grupos, cada uno de los cuales fue solicitado a escribir eventos de su semana. El primer grupo anotó las cosas por las que estaban agradecidos; el segundo se centró en las irritaciones, y el tercero enumeró eventos que afectaron su estado de ánimo de alguna manera, para bien o para mal.
Después de diez semanas, los resultados fueron bastante reveladores. Aquellos que se centraron en la gratitud eran más optimistas y se sentían mejor con respecto a sus vidas. Hacían más ejercicio y visitaban al médico menos que aquellos que se concentraron en las irritaciones. Es sorprendente cómo un simple cambio de enfoque hacia la gratitud puede llevar a cambios significativos en el comportamiento y la salud.
Otros estudios respaldan esto, mostrando que expresar gratitud incluso aumenta la felicidad general en quienes nos rodean. Las parejas que se agradecen mutuamente tienen matrimonios más felices, y los empleados se sienten más motivados y son más productivos cuando sus jefes reconocen sus esfuerzos a través de palabras de afirmación y agradecimiento. Claramente, nuestra capacidad de gratitud toca cada área de nuestras vidas, incluyendo nuestra salud, actitudes y relaciones.
Pero más allá de todas estas observaciones científicas, la gratitud debería ocupar un lugar especial en nuestras vidas espirituales. Dios enfatiza la importancia de la gratitud a lo largo de las Escrituras, y Él desea que tengamos corazones llenos de agradecimiento.
¿Qué es la gratitud?
Entonces, ¿qué es exactamente la gratitud? Si vamos a discutir el tema, deberíamos tener una definición de trabajo. Según Merriam-Webster, es una expresión de agradecimiento, una conciencia de los beneficios recibidos o un estado de estar bien complacido. Cada una de estas definiciones se discute en las Escrituras, así que exploremos cada aspecto y veamos cómo se conecta con nuestra fe.
La gratitud como una expresión de agradecimiento
La gratitud no es solo un sentimiento; es una acción definitiva. El Salmo 100 ilustra esto de manera hermosa:
Haced una voz de júbilo al SEÑOR, todos los países. Servid al SEÑOR con alegría: venid ante su presencia con cántico… Entrad por sus puertas con acción de gracias, y por sus atrios con alabanza: alabadle, y bendecid su nombre.
— Salmo 100:1-4
El Salmo 100 nos invita a celebrar y disfrutar de las bendiciones de Dios. Cada verbo en este versículo (hacer, servir, entrar, cantar, etc.) nos anima a participar en una acción definitiva. Servir a Dios con alegría y venir ante Él cantando son expresiones activas de nuestra gratitud, no solo un conocimiento intelectual de la presencia de algo bueno en nuestras vidas. Cuando realmente reconocemos que Dios es bueno y Su misericordia es eterna, la gratitud fluye naturalmente a través de cada aspecto de nuestras vidas.
¿Sabías que uno de esos aspectos es nuestra relación con la ansiedad? La Biblia nos revela que expresar gratitud es el camino de Dios hacia la paz en tiempos de ansiedad. En Filipenses 4:6-7, se nos anima:
No estéis ansiosos por nada; antes bien, en todo, mediante oración y súplica, con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Cuando traemos nuestras necesidades a Dios con un corazón agradecido, cambiamos nuestro enfoque de lo que falta a lo que ya se nos ha proporcionado, obligándonos a reconocer el bien que ya tenemos como un anticipo del bien que está por venir. Este cambio puede aliviar nuestra ansiedad y llenarnos de una paz que no siempre tiene sentido lógico en el momento, pero que se puede sentir profundamente en nuestras almas. Si Dios nunca nos ha fallado, seguramente volverá a hacerlo.
Agradecimiento como una conciencia de los beneficios recibidos
Ser agradecido también significa ser consciente de las cosas buenas en nuestras vidas. Es una elección activa reconocer y apreciar nuestras bendiciones. Salmo 105:1-3 nos anima:
O dad gracias al SEÑOR; invocad su nombre; haced conocer sus obras entre los pueblos. Cantad a él… hablad de todas sus maravillas.
La gratitud aquí es proactiva: se trata de reconocer las obras de Dios y compartirlas con los demás. No se trata solo de notar lo bueno, sino de celebrarlo. No solo cuando estamos en los mejores momentos de nuestras vidas, sino también en nuestros momentos más bajos. La Biblia nos llama a ser agradecidos en cada situación. 1 Tesalonicenses 5:18 dice:
En todo dad gracias: porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para con vosotros.
¿Significa esto que se supone que debemos estar agradecidos por cosas como los embotellamientos o el pan tostado quemado? Tal vez no por la inconveniencia en sí, pero incluso en esos momentos, hay algo que podemos apreciar. Aunque quemar nuestro pan tostado puede desanimarnos, debemos recordarnos en esa decepción que todavía estamos bendecidos. Sí, tal vez hayamos perdido una rebanada de pan tostado, pero la mayoría de nosotros tiene más pan y los medios para preparar otra rebanada. Otros no son tan afortunados y darían un brazo o una pierna por tener el confort que experimentamos. Cuando nos quedamos atrapados en el tráfico, no tenemos que disfrutar de la inconveniencia en sí, pero debemos reconocer el privilegio que tenemos de experimentar tal evento. Muchos no pueden permitirse un coche para empezar y celebrarían la oportunidad de quedarse atrapados en el tráfico por primera vez.
Muchos de nosotros vivimos en tal comodidad que nos volvemos ciegos a nuestro exceso, y nuestras vidas se vuelven mundanas, aburridas y vacías de gratitud debido a ello. A menudo damos por sentado las bendiciones diarias como el agua limpia, una cama cómoda, comida en la mesa o nuestras relaciones con los demás. Deberíamos estar agradecidos por el privilegio de estar aburridos y tener la oportunidad de formular una rutina en primer lugar. Podemos cultivar una gratitud más profunda al apartarnos y reconocer intencionalmente estos regalos. Al hacerlo, podemos transformar nuestra negatividad en una actitud positiva y mejorar drásticamente nuestra perspectiva sobre nuestras vidas.
Podemos incluso llegar a estar agradecidos por cosas que ni siquiera podemos ver. En 2 Reyes 6:15-17, cuando el siervo de Eliseo estaba aterrorizado por un ejército enemigo que los rodeaba. Eliseo oró para que Dios abriera los ojos de su siervo, y de repente, el siervo vio que había todo un ejército celestial protegiéndolos. Esto debería recordarnos que las bendiciones y protecciones de Dios a menudo operan más allá de nuestros sentidos. Aunque no podamos verlo, Dios siempre está trabajando en nuestras vidas para lograr nuestro mayor bien. Reconocer esta verdad puede llenarnos de gratitud en todos los momentos.
Agradecimiento como un estado de estar bien satisfecho
Finalmente, el agradecimiento también se trata de encontrar satisfacción y contentamiento. Pero, ¿cómo logramos eso? Salmo 37:3-5 ofrece orientación:
Confía en el SEÑOR y haz el bien… Deléitate también en el SEÑOR, y Él te concederá los deseos de tu corazón.
Cuando encontramos nuestra alegría en Dios, y nuestros deseos se alinean con los Suyos, experimentamos una verdadera satisfacción. La vida se convierte en menos acumular cosas y más en nutrir nuestra relación con Él. En Filipenses 4:11-13, Pablo comparte:
He aprendido a contentarme, sea cual fuere mi situación… Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Y nuevamente 1 Timoteo 6:6, Pablo nos dice:
La piedad con contentamiento es gran ganancia.
El contentamiento es como un suelo fértil donde puede crecer la gratitud. Sin embargo, el mundo nos dice constantemente que necesitamos más: ¡Compra, compra, compra! ¡Obtén, obtén, obtén! Día tras día. Entonces, ¿cómo cultivamos nuestro suelo para desarrollar una actitud de gratitud a pesar de esto?
Una manera es evitar las comparaciones. 2 Corintios 10:12 advierte que compararnos con los demás es poco sabio. Como dijo Theodore Roosevelt, "La comparación es el ladrón de la alegría." En lugar de enfocarte en lo que no tienes y otros sí, concéntrate en lo que tienes ahora mismo. Cuando aprecies lo que tienes, aprenderás rápidamente que tu lista de "tengo" es mucho más larga que tu lista de "no tengo".
Poniendo la gratitud en práctica
Entonces, ¿cómo podemos fomentar un espíritu de gratitud en nuestra vida diaria? Aquí hay dos desafíos a considerar:
- Desafío 1: Cada día, anota 3-5 cosas únicas por las que estés agradecido. Pueden ser simples o significativas. Lo único importante es que sean algo que no hayas mencionado antes y que hayan sido una experiencia positiva. Escribir lo bueno ayuda a recordarnos en el futuro cuánto hemos sido bendecidos y refuerza una actitud de gratitud.
- Desafío 2: Piensa en alguien que te haya animado o ayudado. Comunícate y agradécele específicamente por lo que ha hecho. No dudes en mencionar los detalles, ya que esto hace que tu gratitud sea más significativa. No solo te ayudará a experimentar la gratitud personalmente, sino que también será un aliento para otra persona.
Al adoptar estas prácticas, podemos alinearnos con el deseo de Dios de que tengamos corazones agradecidos. Que todos seamos personas que estén constantemente involucradas con la gratitud. Dios quiere que tengamos un corazón de agradecimiento. Porque cuando cultivamos la gratitud, nos alineamos con la voluntad de Dios, desbloqueamos la paz y encontramos satisfacción—no en lo que tenemos, sino en quién es Dios.